En las últimas décadas ha proliferado la referencia a diferentes "nuevas misiones" asignadas a los ejércitos, como las misiones humanitarias o misiones de mantenimiento de la paz. Las misiones de estabilización son otro tipo de misiones que surgió a partir de la crisis de Bosnia, cuando el mandato de la ONU se mostró inútil para llevar la paz a la región. En esas circunstancias, Naciones Unidas aprobó un nuevo mandato en el que autorizaba a la OTAN a imponer la paz por la fuerza. Para ello recurrió por primera vez a las competencias contenidas en la Carta de Naciones Unidas, en su Capítulo VII. La OTAN realizó la operación Deliberate Force, en el año 1995, por la que forzaban al bando serbio a firmar los Acuerdos de Dayton. Tras esa campaña de carácter bélico se autorizó otras misiones, también de la OTAN, para garantizar el cumplimiento de esos acuerdos y estabilizar la zona, la IFOR y posteriormente, la SFOR.
A partir de entonces, las misiones que cuentan con esas características se conocen como misiones de estabilización. Son misiones que suceden a una operación bélica de imposición de paz, su cometido es garantizar los acuerdos de paz, pero también reconstruir la zona, levantar el sistema de seguridad nacional entrenando a militares y policía o proporcionar ayuda humanitaria. Pero además tienen capacidad operativa y autorización para aplacar los focos de insurgencia o cualquier recrudecimiento de la violencia. Por este motivo estas misiones suelen realizarlas organizaciones regionales como la OTAN, cuya capacidad de despliegue y operativa está más que demostrada.
En general se puede decir que las misiones de estabilización realizan funciones comprendidas en todas las demás misiones, tanto humanitarias, de separación de contendientes, reconstrucción y de lucha contrainsurgente. Además de la IFOR y la SFOR, otras misiones de este tipo son la KFOR y la ISAF.
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