Francia es la tercera potencia nuclear del mundo, tras Estados Unidos y Rusia. Pese a ser un país pequeño, ha sabido conservar una parte de su imperio y aún mantiene influencia en antiguas colonias. Para sostener ese estatus de aspirante a potencia mundial, en liza con otros actores superiores, Francia se ha dotado de un mecanismo disuasorio basado en su poder nuclear. Según la conocida como 'doctrina de París', si Francia es atacada, empleara toda su potencia armamentística para destruir al enemigo, aun cuando ello conllevase su propia desaparición. Para aumentar la inquietud de sus adversarios, Francia no explicita qué tipo de ataque sería motivo para desencadenar esa respuesta letal. Así, pues, gracias a esa combinación de fuerza e intriga, Francia se asegura la supervivencia como potencia, en un escenario mundial, donde los países de su tamaño cada vez tienen meno peso internacional.
Más información: Verstrynge, Jorge (2007). Frente al Imperio: guerra asimétrica y guerra total. Madrid: Foca.