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lunes, 26 de agosto de 2013

El G-20 y el nuevo poder mundial

El grupo de los países más industrializados y de los emergentes, conocido como G-20, se formó en 1999, concentra dos tercios de la población mundial y el 85 % del producto interior bruto.
Está formado por las potencias que fueron hegemónicas durante la segunda mitad del siglo XX que formaron el antiguo G-7: Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y Canadá. A éstas se sumó Rusia en 1997, una vez dejada atrás la Guerra Fría y las subsiguientes suspicacias, dando lugar al G-8. Finalmente el G-20 integra a estas ocho potencias a la Unión Europea en su conjunto y a once potencias emergentes: China, India, Brasil, México, Argentina, Sudáfrica, Arabia Saudí, Corea del Sur, Indonesia, Australia y Turquía. Durante una década el G-20 convivió con otros foros menos representativos como el G-14 o el mencionado G-8, hasta que en 2009 este grupo los desplazó definitivamente debido al incesante auge de las potencias emergentes.
Este grupo está considerado un foro de cooperación en asuntos relativos al sistema financiero internacional y las decisiones que adopta tienen repercusión en todo el mundo, si bien no es fácil que alcancen el consenso debido a los enormes intereses divergentes que mueven a unas y otras potencias. No obstante será este grupo el que dé pasos para prevenir futuras crisis financieras, para suprimir o limitar la acción de los paraísos fiscales o para erradicar la opacidad financiera que ampara al fraude fiscal, cuando no a las fortunas derivadas del crimen organizado. Ya se han dado pasos en esta dirección, si bien, aún discretos.
Aunque se le puede criticar su carencia democrática por no estar representados todos los países del mundo, su formación constituye un gran paso adelante respecto a otros foros, pues incluye a las potencias emergentes con sus enormes poblaciones y a otros países que se erigen en portavoces de otras zonas del mundo. De este modo, Turquía puede actuar como portavoz de Oriente Próximo, Arabia Saudí del mundo árabe, México de Centroamérica, Indonesia del sudeste asiático, etc.
Cabe esperar que en el futuro las zonas menos representadas en el G-20, especialmente África, aumenten su poder y su representación en este tipo de foros, dando lugar a grupos más numerosos y más democráticos pero, no obstante, el mencionado aumento en el número de voces representa un gran paso adelante y se erige en la esperanza de que todo el mundo esté representado algún día, que se equilibren los poderes y se reparta la riqueza de forma más equitativa a como lo está en el presente.

domingo, 11 de agosto de 2013

Qué son las misiones de estabilización

En las últimas décadas ha proliferado la referencia a diferentes "nuevas misiones" asignadas a los ejércitos, como las misiones humanitarias o misiones de mantenimiento de la paz. Las misiones de estabilización son otro tipo de misiones que surgió a partir de la crisis de Bosnia, cuando el mandato de la ONU se mostró inútil para llevar la paz a la región. En esas circunstancias, Naciones Unidas aprobó un nuevo mandato en el que autorizaba a la OTAN a imponer la paz por la fuerza. Para ello recurrió por primera vez a las competencias contenidas en la Carta de Naciones Unidas, en su Capítulo VII. La OTAN realizó la operación Deliberate Force, en el año 1995, por la que forzaban al bando serbio a firmar los Acuerdos de Dayton. Tras esa campaña de carácter bélico se autorizó otras misiones, también de la OTAN, para garantizar el cumplimiento de esos acuerdos y estabilizar la zona, la IFOR y posteriormente, la SFOR.
A partir de entonces, las misiones que cuentan con esas características se conocen como misiones de estabilización. Son misiones que suceden a una operación bélica de imposición de paz, su cometido es garantizar los acuerdos de paz, pero también reconstruir la zona, levantar el sistema de seguridad nacional entrenando a militares y policía o proporcionar ayuda humanitaria. Pero además tienen capacidad operativa y autorización para aplacar los focos de insurgencia o cualquier recrudecimiento de la violencia. Por este motivo estas misiones suelen realizarlas organizaciones regionales como la OTAN, cuya capacidad de despliegue y operativa está más que demostrada.
En general se puede decir que las misiones de estabilización realizan funciones comprendidas en todas las demás misiones, tanto humanitarias, de separación de contendientes, reconstrucción y de lucha contrainsurgente. Además de la IFOR y la SFOR, otras misiones de este tipo son la KFOR y la ISAF.

sábado, 3 de agosto de 2013

China, el camino hacia la hegemonía mundial.

Desde que China entró en la Organización Mundial del Comercio en los años noventa, su ascenso económico ha sido imparable, hasta situarse en el segundo puesto, por detrás de Estados Unidos. Ha adelantado a economías consagradas como Japón, Alemania o Francia. El ascenso económico ha conllevado un refuerzo de sus fuerzas armadas para defender su estatus de potencia mundial. Cuando esto sucedía a lo largo de la historia, normalmente era el preludio de una guerra entre potencias hegemónicas, como sucedió en distintos momentos entre Grecia y Persia, Roma y Cartago, España e Inglaterra o Estados Unidos y la Unión Soviética. El equilibrio de poder siempre se ha establecido en base al resultado de confrontaciones bélicas. Sin embargo, el ascenso de China se parece más al paseo de un vencedor a quien todo el mundo abre paso. En las próximas décadas es previsible que China consolide su papel de primera potencia mundial, y sin embargo, todo apunta a que no habrá nada parecido a una guerra entre potencias, al estilo de las dos guerras mundiales. ¿Por qué sucede esto? ¿Qué cambia respecto a los anteriores conflictos?
Para responder a estas preguntas podemos aludir a varios factores en juego, dentro y fuera de las fronteras de china. El primer elemento es el recuerdo histórico. Las dos grandes guerras no solo están en la memoria, sino también registradas en fotografías, vídeos y cintas de audio. Aquí surge el dicho de "quien no aprende de la historia está condenado a repetirla". En efecto, nadie quiere repetir el error de entrar en una guerra en la que solo habría perdedores. El segundo elemento, relacionado con el anterior es el aumento progresivo de la formación de las clases medias, tanto en occidente como en oriente, lo que hace que abunde una importante capa social formada en la universidad o en estudios medios. La formación académica suele conllevar de forma inherente el rechazo a la violencia. Por este motivo, los países más formados suelen rechazar la guerra, al menos la 'guerra total', de la primera mitad del siglo XX. El tercer factor que debemos mencionar es sin duda la globalización. En esta nueva etapa, todas las potencias tienen intereses fuera de sus fronteras, también en los países rivales, por lo que cualquier tipo de guerra perjudicaría esas relaciones comerciales de forma dramática. En otra época, una potencia podía permanecer en un relativo aislamiento, dependiendo de sus recursos, pero en el mundo de hoy, eso es impensable, donde el comercio cruza el mundo y las comunicaciones por Internet o por satélite unen todas las regiones del planeta. Es decir, mientras que antes las potencias pertenecían a sistemas aislados, como la Unión Soviética y el bloque occidental, ahora todas las grandes potencias están dentro del mismo sistema mundial, por este motivo, Estados Unidos no percibe a China como un enemigo, sino más bien como un amigo rival que quiere adelantarlo en la carrera. Pero además, queremos añadir un elemento que incumbe exclusivamente a la cultura China. Si bien es cierto que China ha entrado en guerra en varias ocasiones, también es cierto que sus guerras han tenido siempre un carácter contenido en comparación con la sangrienta forma de actuar de Europa y Estados Unidos. China siempre ha optado por la disuasión, por la exhibición de su fuerza para evitar la guerra. Este factor se une a los anteriores para concluir que el ascenso de China como primera potencia mundial estará, con toda probabilidad, exento de grandes conflictos. Lo cual no obsta para que participe en pequeñas campañas bélicas de carácter asimétrico o patrocinando a pequeñas potencias aliadas, pero en todo caso, su hegemonía no llegará tras una guerra mundial.